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15Jul

«Yo era malo en matemáticas», gran error

No se me dieron especialmente bien las matemáticas. Siempre tuve la sensación de que intentaba razonarlas de una manera más confusa que los buenos, que parecían entenderlas como un lenguaje. Lo mío eran trompicones. Empecé siendo de las buenas y acabé aprobando por los pelos en COU. Pero nunca me parecieron un rollo. Eran como un reto que se me escapaba.

El haber empezado a flaquear con los números hizo que no me planteara elegir ciencias y, al no hacerlo, tampoco Medicina, por ejemplo, que hubiera sido una posibilidad que me habría hecho feliz. Pero nunca convertí mi frustración con las matemáticas en desprecio hacia ellas, en considerar que eran un rollazo. Sí, lo eran, pero porque no las entendía.

Viene esta confesión a cuento porque el otro día, en una competición infantil, Smartick regalaba un pack de verano para los ganadores. Al saberlo, algunos padres dijeron «pues vaya regalo, menudo rollo, el año que viene no querrán venir». Sé que entre los niños también había chicos Smartick y, entre los padres, algunos que son muy fans del producto. Pero, al contarlo a un amigo, me dijo que estaba convencido de que los hijos de esos padres que consideraban las matemáticas como un pestiño tenían muchas posibilidades de pensar igual que sus progenitores.

Me puse a leer y es verdad que hay profesores que aconsejan no decirle a los hijos «yo era muy malo en matemáticas», porque puede que el niño piense que eso es algo que se hereda. Una excusa perfecta que explique su desinterés por una clase que se considera a veces como una condena y es vital para el futuro de un país.

A lo mejor la actitud de esos niños, que dejan de mostrar interés por las matemáticas tan pronto como antes de cumplir los 10 años, cambiaría si también lo hicieran nuestras frases sobre esa asignatura en casa. Les podríamos contar que cada vez van a necesitar más números en un mundo rodeado de tecnología, sin que eso signifique, por supuesto, que tengan que dejar de disfrutar de un buen poema, de una novela, del arte o de la historia.

Podríamos decirles que nosotros no sacábamos buenas notas en matemáticas pero que fue porque algún profesor no se dio cuenta de que nos íbamos quedando atrás, de que nos había fallado un cimiento del edificio, que habíamos pasado de tema sin acabar de entenderlo. Que no había Smartick por entonces para darle la ayuda justa cada día al que se iba quedando atrás o al que podría ir más rápido que la clase. Que ojalá lo hubiera habido, porque entonces a lo mejor habríamos podido entender de qué discutían con pinta de pasarlo bien esos niños a los que también les gustaba la música. Pasaban de las integrales a hablar del último disco de su grupo favorito. A lo mejor podríamos haber hecho una carrera que nos gustara más.

Parece lógico que muchos padres, por puro mecanismo básico emocional, fueran malos en matemáticas y que piensen ahora que no eran tan importantes y que son aburridas. Gran fallo y flaco favor que hacen a sus hijos.

En Gran Bretaña hasta tomó cartas en el asunto la ministra de Educación, Elizabeth Truss, que llegó a decir a principios de este año que los padres que dicen a sus hijos que ellos son malos en mates les están haciendo daño a ellos y a las perspectivas del país en el largo plazo. La ministra se ha puesto como objetivo darle la vuelta a la cultura «antimatemáticas» que impera en Gran Bretaña. Nosotros queremos hacer lo mismo en España. Es parte del objetivo con el que nació Smartick. Nuestros niños van a saber y a apreciar lo importantes que son las matemáticas. Aunque, así, de entrada, haya muchas ocasiones en las que nos topemos con la indiferencia.

Aprovechamos para insistirles en que si tienen alguna duda, si creen que sus hijos necesitan cambiar un poco el ritmo, tienen a nuestro equipo a su entera disposición. Por email, por teléfono y a través de las redes sociales.

matemáticas

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Berta González de Vega

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