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03Ene

El valor de dar ejemplo en la educación de los hijos

dar ejemplo
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Y es que ya Albert Einstein tenía razón cuando afirmaba “Educar con el ejemplo no es un manera de educar, es la única”. Pero, ¿Por qué es tan importante ser modelos de conducta para nuestros renacuajos y dar ejemplo?

En los años 90 el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti aportó a la ciencia uno de los mayores descubrimientos sobre el entendimiento de la conducta humana. Descubrió un tipo especial de neuronas, las neuronas espejo, que son la base central de la empatía y del aprendizaje por imitación. Los seres vivos estamos codificados genéticamente para imitar. Gracias a este mecanismo espejo, con el simple hecho de observar el comportamiento de otra persona, nuestro cerebro, de manera innata, es capaz de poner en funcionamiento los mismos centros cerebrales motores y emocionales que si fuéramos nosotros quienes estuviéramos realizando dicha acción. Tal como escribió Rizzolatti “Somos criaturas sociales. Nuestra naturaleza depende de entender las acciones, intenciones y emociones de los demás. Las neuronas espejo nos permiten entender la mente de los demás no sólo a través de un razonamiento conceptual sino mediante la simulación directa, sintiendo, no pensando”.

Así que ha llegado el momento de que comiences a actuar como quieres que el día de mañana tu hijo actúe:

  • Una imagen vale más que mil palabras. Es habitual en la educación sobrestimar el poder de la palabra en decremento del comportamental. Pero, si sabemos que con el ejemplo se aprende más rápido, ¿Por qué no cambiar este patrón educativo? Te propongo una tarea: cada noche escribe una lista sobre los actos que hayas realizado durante ese día (tanto buenos como malos) con el objetivo de ser consciente de ellos, ir cambiando tus propios comportamientos y dar ejemplo.
  • Ser un padre imperfecto. Rompamos el espejismo de tener que ser “personas perfectas” los 365 días del año. Habitualmente, los días buenos predominan pero, aceptémoslo, ¡los malos también existen! Meter la pata y cometer errores es parte del devenir de la existencia humana. Lo mejor del error es el aprendizaje que enseña, así que aprovéchalo actuando como modelo, admitiendo el error cometido y pidiendo perdón.
  • El aprendizaje inconsciente. El mensaje verbal que transmitimos a nuestro pequeño debe estar en sincronía con nuestras propias acciones. Si se produce una incoherencia entre el canal verbal y comportamental estaremos generando una disonancia en su aprendizaje que puede ser contraproducente para su desarrollo personal. Por ejemplo “El móvil no hay que utilizarlo cuando estemos hablando con la gente» y, acto seguido, contestamos a un Whatssap. O pedir a nuestros hijos que lean libros en lugar de ver la tele, pero que nunca jamás nos vean leyendo uno. Es difícil que sean grandes lectores si no perciben que nosotros también leemos mucho y disfrutamos con ello.
  • El respeto y la sinceridad. Son dos actitudes que debemos cultivar en nuestros hijos desde pequeños. Actuar con madurez enfrentándonos a los problemas que vayan surgiendo en el día a día con racionalidad, sensatez y paciencia.
  • Vivir una vida saludable. Crea un hogar familiar con hábitos saludables como una buena higiene, buena postura corporal, alimentación equilibrada en la que predominen las frutas y verduras, en el que se practique deporte regularmente y en el que la lectura esté siempre presente. Apaga los aparatos electrónicos y conecta con la propia naturaleza.
  • El rol de ser padres. Recuerda que la familia es la primera escuela educativa de la vida. Es por ello que se hace necesario hacer un alto en el camino para reflexionar y ser consciente sobre los valores que estamos cultivando en nuestros hijos. Comienza a sembrar en ellos las semillas de buenos modales, superación personal, constancia, empatía, cooperación, ayuda al prójimo… y riégalo cada día con tu propio ejemplo. Verás cómo todo ello acaba dando sus frutos, haciendo de tu pequeña criatura un adulto competente que disfruta de su paso por esta vida.

Para seguir aprendiendo:

La diversión es la forma favorita de aprender de nuestro cerebro
Diane Ackerman
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María Rodrigo

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