No es tan raro encontrarse últimamente con estos dos tipos de padres: unos, preocupados por el excesivo uso del ordenador que hacen sus hijos y, otros, que ante ese riesgo prefieren que directamente no lo toquen. ¿De qué tipo eres tú?
Puedes ser de un tercero: el que les dé igual lo que hagan sus hijos con el ordenador pero, si estás leyendo esto, creemos que no puedes pertenecer a este último. A los anti-anti ordenador –yo era de éstos— conviene explicarles que tenemos muchas maneras de que los niños hagan un buen uso de esta herramienta tan poderosa: desde bloquearles contenido a limitarles el tiempo de conexión. Por otra parte, si la alternativa es la televisión, sinceramente, prefiero ver a mis hijos jugar a empresarios de zoo con el Zoo Tycoon, por ejemplo.
Sí está bien que las otras opciones sean jugar en el mundo real con imaginación, al ajedrez, al parchís o a las granjas o leer en papel aventuras de Tintín. Pero, justo ayer, viendo con uno de mis hijos las posibilidades de encontrar información sobre testimonios de supervivientes del Titanic para un trabajo de clase, me acordé de nuestra enciclopedia Larousse familiar, sus once tomos, sus lomos azul marino, de las tardes de deberes. Y mis hijos me dieron envidia sana.
Claro que hay riesgos al ponerles delante de posibilidades infinitas de información. Pero sólo tenemos que tener muy claras las políticas de reducción de daños colaterales: el ordenador no debe estar en el cuarto infantil, tampoco la tele. El ordenador debe estar en un espacio común de la casa, visible y accesible para todos. No tener reparos en invadir su intimidad virtual, así, les ayudamos. Otra muy útil es limitar su uso horario. Y, la mejor, que no puedan utilizarlo para otra cosa antes de terminar su sesión diaria de Smartick. Bueno, tampoco está mal utilizar Spotify a modo de discoteca familiar y poner esos clásicos de los 80 a los niños…
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Malagueño, es ingeniero industrial por la Universidad de Málaga, tiene un MBA por Insead y es emprendedor Endeavor.
Es el responsable de desarrollo de producto y de que encajen todas las piezas del puzle de Smartick.
Su tiempo libre se lo dedica a sus dos hijas, estudiar, hacer deporte y escuchar flamenco.
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Nosotros lo tenemos siempre en el salón. Donde los dos podemos ver lo que hacen, incluso ver la pantalla mientras lo utilizan.
Totalmente de acuerdo con lo de que el ordenador no tiene que estar en la habitación del niño.