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10Abr

Lecciones de la evolución de AltSchool

AltSchool
Max Ventilla, Cofundador y director de AltSchool. TIMOTHY ARCHIBALD.

 

En Smartick siempre seguimos con mucho interés qué está pasando en el mundo de la tecnología educativa, porque detectamos que hay promesas que se han podido quedar ahí. Por eso nos interesó tanto este artículo sobre Alt School, la cadena de colegios financiada por muchos gurús millonarios de Silicon Valley.

AltSchool era el colegio que estaba destinado a cambiar cómo veíamos la educación, cómo se impartían las clases. Y las expectativas eran altas. Por ahora, según la extensa pieza en Forbes, la realidad se está quedando muy corta.

Nosotros siempre hemos pensado que la educación no necesita una revolución. No en vano, el sistema, tal y como está, nos ha traído el progreso del que disfrutamos. Por eso, cada vez que escuchamos la frase de “estamos educando a niños para trabajos que todavía no existen”, pensamos que eso lleva pasando décadas. Los diseñadores de los teléfonos móviles, por ejemplo, estudiaron matemáticas como siempre.

Dicho lo cual, claro que hay tecnología que puede hacer mucho más eficaz el aprendizaje, al adaptarse, como lo hacemos nosotros, al ritmo más óptimo al que cada niño puede aprender. Durante 15 minutos al día, totalmente concentrados. Para apoyar a un profesor de matemáticas. Porque en Smartick seguimos creyendo que es indispensable tener ese factor humano en la clase.

Y es verdad que también pensamos que somos el complemento perfecto a ese factor humano, precisamente por no serlo. Porque, en sus casas, con Smartick, los niños solos delante del ordenador, no sienten ninguna presión de nadie por levantar la mano para decir que no se está enterando: le salta un tutorial interactivo cuando falla y pueden verlo.

Según explica Ventilla, cofundador y Director de los colegios AltSchool, fue muy honesto con los padres de sus alumnos. Les dijo que muchos eran pruebas piloto y así fue, se experimentó en ellos y se acabó por cerrarlos. Puso cámaras para grabar a los alumnos y a los profesores y acabó por desechar también la idea. Es verdad que algunos problemas del colegio no tenían nada que ver con la tecnología. Por ejemplo, ninguno de los edificios tenía patio o jardín así que los niños iban a los parques públicos de San Francisco para el recreo y allí se encontraban con cacas de los homeless, según se dice en el artículo de Forbes.

Ventilla, entonces, decidió centrarse en una plataforma tecnológica para vendérsela a los colegios a 150 dólares por alumno. Y ahí sigue. Una de las posibilidades que ofrece es subir todos los trabajos de los alumnos a un perfil para que así los padres sepan qué hacen sus hijos a diario. A lo mejor, para algunos padres, eso puede ser demasiada información y no tan necesaria.

El emprendedor, educado en instituciones clásicas de élite, fue capaz de conseguir fácilmente dinero de los inversores de Silicon Valley. A todos les sonaba muy bien lo de acabar con la lección magistral del profesor y cambiar a un enfoque en el que decidiera el alumno.

Uno de los padres que sacó a su hijo del AltSchool dice en el reportaje que aprendió a que no se puede personalizar todo el aprendizaje de cada niño. Nosotros, en Smartick, personalizamos el ritmo al que van y los contenidos, pero hasta cierto punto. Hay un árbol de contenido muy estudiado, con ejercicios de cálculo, de geometría, de lógica, de enunciados… En definitiva, de los conceptos que nuestro equipo de maestros, pedagogos y matemáticos considera que son los importantes que aprendan los niños desde los 4 a los 14 años. Pero todos los niños acabarán viendo ese contenido, con más o menos intensidad y a un ritmo distinto. No somos de los que pensamos que, como parece que a un niño se le da peor la geometría, pues mejor que sólo haga cálculo.

Precisamente lo que consigue el método Smartick es que dominen un curriculum muy sólido de matemáticas, pero cada uno al ritmo que precisa para tener siempre confianza en sí mismo.

Y en Smartick creemos que un buen profesor es insustituible por una tablet o un ordenador. El factor humano es muy importante para detectar cómo se aburre o no un niño, entusiasmar y motivar con la voz, dar una buena explicación. Eso es algo que no puede conseguir todavía un algoritmo. Pero sí que puede ayudar a ese profesor. A que sus alumnos, durante 15 minutos, trabajen en sus debilidades, por ejemplo, como un entrenamiento personalizado.

En el artículo de Forbes se habla de Edmodo y de Amplify como productos en los que se invirtió mucho dinero y no han estado a la altura de las expectativas. Por eso, en Smartick, no hemos levantado dinero en rondas. Hemos conseguido clientes a pulso, poco a poco, con el boca a boca, con niños contentos, con el ánimo de familias que nos consideran ya parte de la suya.

Y el caso es que a los niños que se han quedado en el AltSchool no les va mal según unas pruebas que han ido haciendo para ver la evolución en matemáticas, por ejemplo.

Nosotros tenemos claro que un programa online, muy personalizado en el ritmo, con un contenido sólido en matemáticas, funciona. Claro que sí.

Para seguir aprendiendo:

La diversión es la forma favorita de aprender de nuestro cerebro
Diane Ackerman
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Berta González de Vega

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