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19Feb

Compañeros imaginarios

Los compañeros imaginarios constituyen un fascinante fenómeno de la infancia y han inspirado mucha especulación psicológica. Por citar solo un ejemplo, los freudianos consideraban que los compañeros imaginarios eran una clara prueba de necesidad terapéutica. Sin embargo, los resultados de las investigaciones llevadas a cabo al respecto muestran que es un hecho muy habitual, que tiene poco que ver con traumas infantiles (Gopnik, 2010).

Cualquier niño, independientemente de su ambiente y cultura, puede tener un amigo imaginario. Estos compañeros pueden ser amables, simpáticos, hostiles o estar demasiado ocupados. En algunas ocasiones incluso pueden pasar de unos hermanos a otros. La psicóloga Alison Gopnik, experta de reconocido prestigio internacional, describe en su libro a Dunzer, el peculiar compañero imaginario que tuvo a la edad de dos años y que, más tarde, también lo fue de su hermano. A pesar de todo, por lo general, los compañeros imaginarios desaparecen de la mente de los niños casi sin dejar rastro (Gopnik, 2010).

Parece ser que los amigos imaginarios aparecen con más frecuencia en los hijos mayores y únicos que en los hermanos pequeños; en los niños extravertidos y sociables que en los tímidos; y que no están relacionados con niveles altos de genialidad ni de locura. En palabras de la propia autora, «los niños con amigos imaginarios no son, en general, marcadamente más brillantes, ni más creativos, ni más tímidos o más locos que otros niños«. A pesar de que en ciertas ocasiones algunos niños pueden utilizar a sus compañeros imaginarios para solucionar determinados problemas, para la mayoría de los niños simplemente constituyen un elemento más de diversión. De hecho, los niños con compañeros imaginarios conocen perfectamente la diferencia entre realidad y ficción, saben que son imaginarios y discriminan sin problemas entre ellos y la gente real. No sustituyen a los amigos reales, a los niños con compañeros imaginarios les gustan mucho las personas, tanto que incluso piensan en ellas cuando no están con nadie.

¿Por qué entonces los niños crean compañeros imaginarios? Tal y como queda reflejado en el libro de Gopnik (2010), lo hacen porque les ayuda a entender las distintas formas de ser y de actuar de la gente de su alrededor. Se ha encontrado que a los niños con compañeros imaginarios se les da mejor predecir y comprender cómo pensarían, sentirían y actuarían otras personas que a los niños que no los tienen. Los niños que mejor entienden las mentes tienen más habilidad social que el resto. Así, aunque para los adultos resulte extraña la presencia de amigos imaginarios, desde la perspectiva del niño no es solo algo normal, sino que indica capacidad social. También se ha descubierto que la capacidad infantil de crear personas imaginarias está relacionada con la habilidad adulta de crear elementos o mundos de ficción, capacidad propia de escritores, directores o actores. ¿Quién sabe si el pequeño que ahora tiene a sus padres preocupados porque juega en su habitación con un amigo imaginario puede convertirse en uno de los novelistas más brillantes de las próximas décadas?

 

Referencias:

Gopnik, A. (2010). El filósofo entre pañales. Madrid: Editorial Planeta.

Para seguir aprendiendo:

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Ana Escudero
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