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11Nov

Clint Eastwood, las flexiones y Smartick

Clint Eastwood

Una de las frases que más utilizamos al hablar de Smartick es que pone a vuestros, nuestros, hijos en el “umbral de su máxima competencia” y puede ser que no se entienda bien del todo. ¿Qué significa eso? Que les sacamos de su zona de confort un poco. Que les ponemos un reto en forma de sesión cada día, porque ya sabemos cómo lo ha hecho el anterior por lo que le empujamos un poquito a que vaya a algo más complicado, pero sabiendo que puede, que esa es la clave.

Sí, sin gritar, pero nuestro método en el fondo les está diciendo: “Venga, que tú puedes”. Y fallan. Un día cometen ocho fallos. Al siguiente menos. Hasta que hacen perfecto el concepto en el que estén trabajando. Es como cuanto te crees que no vas a llegar a la meta en una carrera popular. Llegas. Y te da un subidón. Pero para conseguirlo has ido un poco más allá cada vez que has corrido. Por eso, ayer, leyendo este post de El Guardián entre el centeno, me encantó la teoría sobre cómo mantenerse en forma de Clint Eastwood que cuenta el autor:

“Recuerdo una entrevista a Clint Eastwood en la que le preguntaban por su truco para, a su edad, seguir estando en forma y continuar haciendo extraordinarias películas cada año. Y dijo que su truco para mantenerse a tono física y mentalmente era, sencillamente, hacer cada día una flexión más que el día anterior. Cada día. Una flexión más que el anterior. Batir cada día su límite por pequeño que fuera. Y el día que no puedes cumplir, volver a empezar. Y esta férrea disciplina, esta forma de superarse poco a poco cada día, lo aplicaba a todas las facetas de su vida. Por eso Clint es un genio, ha ganado Oscars, ha rodado películas de todos los géneros, fue alcalde de Carmel, no para de reinventarse a sus 84 años, puede permitirse echar la bronca a Obama y tiene un hijo que me parece guapo hasta a mí.”

No, no es una teoría psicológica completa que tengamos ahora a mano, es la teoría de un señor, Clint Eastwood, que tiene 84 años y sigue haciendo películas, que se mantiene en forma, física y mentalmente. Exigiéndose. No dejándose. Con la idea de que nada se consigue sin esfuerzo.

En realidad, lo más cómodo sería dejar a los niños toda la tarde enfrente de la televisión o con el ordenador. Darles de merendar lo que quisieran. ¿Bollycaos? Pues bollycaos. Y, para cenar, pizzas, que les encantan. Todas las noches. Pero no lo hacemos. Porque sabemos que educar requiere un esfuerzo, por nuestra parte y por la suya. Hay veces que me conmueve la cara de mi hija de cinco años cuando se encamina hacia la piscina en las clases de natación. Pero luego está contenta. Y yo también. Le viene bien. Tanto como fantasear con sus muñecas y sus legos, hablando sola. O tanto como jugar con su hermano a un partido de fútbol con un globo.

La vida requiere esfuerzo sin tortura, responsabilidad y una disciplina mínima. Ponerte límites y pasarlos. Lo que más nos gusta en Smartick es cuando nos cuentan que se han roto barreras imaginarias. La más perjudicial de todas la de «se me dan mal las matemáticas”. El verse capaz de superar una rutina que es un reto diario, el comprobar que se mejora, el conseguir las recompensas hace que suba de una manera razonable la autoestima de nuestros alumnos. Con motivos, no porque le hemos estado diciendo todo el rato que son maravillosos, hagan lo que hagan. Esa confianza en ellos mismos que evitará el fracaso escolar y, con él, vidas sin mucha esperanzas como esta. Nuestros hijos trabajarán y estudiarán.

Niños, pues, como Clint Eastwood, que se exigen una flexión mental más al día, que someten a las neuronas a una gimnasia que las deja estupendas. Que todos las tardes se quedan satisfechos porque han visto que fallan, aprenden y lo vuelven a hacer bien. «Si trabajas duro, al final eres recompensado», ha dicho Eastwood en la presentación de su última película: «Si trabajas duro, al final eres recompensado».

Esa autoexigencia, ese ponerse en el umbral de su competencia, como decimos nosotros, hace que pueda conmovernos en películas como el Gran Tonino, con escenas donde deja muy claro que lo profundamente que le molesta que se vean truncadas infancias, que se abuse de los niños:

Para seguir aprendiendo:

La diversión es la forma favorita de aprender de nuestro cerebro
Diane Ackerman
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Berta González de Vega

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